martes, 19 de octubre de 2010

BEATIFICACIÓN DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA.

Hola Amigos:
Soy Angy de Tampico Tamaulipas, soy vicepresidenta ejecutiva, trabajo como docente y administrativo en la universidad IEST que pertenece a la red Anáhuac.
Aprovechando esta maravillosa oportunidad del blog que será uno de nuestros órganos informativos y de comunicación, compartir con ustedes un regalo que me dio Dios hace ya casi 7 años.


BEATIFICACIÓN DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA.
Viaje realizado del 11 al 21 de octubre de 2003.
Fue un domingo cuando vi en el periódico el anuncio de una agencia de viajes para asistir a la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta a Roma, sin pensarlo dos veces me contacté con esta agencia y decidí tomar el viaje, en el cual se visitarían algunas ciudades italianas antes de llegar a Roma.
Todo el viaje fue muy bello por los lugares que conocí, pero mi mayor anhelo era estar en ese domingo 19 de octubre. Primero, por saber que el Papa estaría cerca, ya que siempre que lo veo en alguna ceremonia religiosa por televisión me emociona mucho y ahora saber que estaría tan cerca, mi emoción era mayor. Segundo, siendo el Domingo Mundial de las Misiones y sintiéndome yo de corazón misionera, podría estar presente en la beatificación de una mujer que dejó todo por seguir a Cristo y que se dejó a sí misma por el servicio a los necesitados.
Durante mi viaje me mortificaba mucho el no tener momentos de recogimiento, pues andábamos de un lado para otro, pero fue el sábado que al pasar por la plaza de San Pedro y ver cómo mucha gente ya andaba por ahí haciéndose presente de muchos partes del mundo, que sentí que el siguiente día sería más especial de lo que yo hubiera pensado jamás.
En el grupo que fue por esta agencia iban 11 personas de aquí de Tampico, allá conocimos gente de otras localidades como Durango, Hidalgo, Sonora al igual que de Argentina y Brasil. Los que íbamos por la beatificación madrugamos para alcanzar un lugar más o menos visible. Fue impresionante la reacción de todos los que estábamos desde muy temprano, pues en cuanto abrieron un muro de contención, corrí metros y metros para llegar lo más cerca que se pudiera. Ya instalada y estando todavía oscuro se veía mas o menos vacío, pero cuando se me ocurrió voltear nuevamente a mi alrededor, como a las 8:00 am, no había un solo hueco, miles de almas nos congregamos bajo el llamado de Cristo y el testimonio de Teresa de Calcuta.
Debo confesarme ignorante de muchos datos de Teresa de Calcuta, entre ellos su lugar de origen, pues pensaba que era de la India pero entonces vi banderas albanesas y, antes de comenzar la celebración su biografía fue leída, así fue como me percaté de esto y pensé que todos podemos nacer en un lugar determinado, pero los caminos de Dios son insospechados y nuestro camino de servicio puede estar fuera de nuestro pequeño mundo.
Me encantó el momento en que muchas hermanas de la caridad fueron pasando por detrás de donde yo estaba, su andar era lento y su faz pacífica; todos comenzamos a aplaudirles en tributo a su obra tan maravillosa y desinteresada.
Todo era cantos, oraciones, porras, pero cuando comenzó la ceremonia previa y después la Santa Misa, todos los corazones palpitaban en un mismo sentir, al presenciar el momento en que era proclamada beata y se inscribía en el santoral su nombre para el 5 de septiembre.
Dentro de la homilía que fue escrita por el papa Juan Pablo II y leída por Monseñor Leonardo Sardi se resaltó el hecho de que, como marco del Día Mundial de las Misiones se diera la beatificación, pues Teresa de la Caridad fue un ejemplo de trabajo apostólico a favor de los hermanos enfermos, su trabajo como una verdadera misión, le dio el fruto de ser llamada beata y estar a un paso de ser santa, pues su vida fue una entrega total a Dios.
He leído que si la sabiduría, el talento y el empuje que con frecuencia usamos en nuestra vida cotidiana lo usásemos para la construcción del Reino, para la evangelización, para llevar socorro a los necesitados, seguramente que nuestro mundo sería mucho muy diferente.
Es necesario que cada uno hagamos un  recuento de todos los dones y carismas con que Dios nos ha dotado y nos fijemos si los estamos utilizando para construir el Reino en el lugar que Dios nos ha puesto o si solo estamos viendo por nosotros.
Eso lo supo muy bien Teresa de la Caridad, lo llevó a cabo y ahora está la invitación para que cada uno busque y encuentre cómo darle un sí a Dios y un servicio al prójimo.
Debo decir que nunca me he dado el tiempo de ir algún día al asilo que se encuentra aquí en Tampico, pero sé por amigos y amigas de su labor, y ahora eran compañeras de mi viaje algunas señoras que igualmente colaboran asistiendo un día de la semana para pasar unos momentos con los abuelitos y con los niños... tal vez sea momento de hacerlo.
Este fue un viaje de conocer, pero aún mas de pensar qué he hecho, qué voy a hacer para merecer un día el cielo prometido y la gloria eterna y si no quiero hacer nada, que será de mí. Dios me ha dado mil regalos. Este viaje fue uno más.

“Hay que dar hasta que duela”                                     Angélica Guadalupe Ramos Martínez.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow. Muchas gracias por compartirnos lo que viviste en Roma. Nos hiciste estar presentes y que palpitara el corazón unos momentos.
Juan Carlos

Publicar un comentario